Se cuenta en la vida de Domingo Savio algunos hechos que reflejan su sencibilidad religiosa ya desde muy pequeño.
El siguiente hecho lo contaba Carlos, el padre de Domingo, y su hermana Teresa lo certificó:
Recuerdo haber oído contar a mi padre que, habiendo venido una persona un día a comer a nuestra casa y habiéndose sentado a la mesa sin hacer la señal de la cruz, Domingo cogió su plato y se marchó disgustado a comer en un rincón. Preguntado después por mi padre por qué lo había hecho, le respondió: porque aquel hombre no había hecho la señal de la cruz antes de comer. De este hecho mi padre tomaba pie para aconsejarme sobre la forma de educar a los hijos cuando yo fuese madre de familia.
Es sólo una anécdota que no tiene mayor importancia, e incluso bien mirado no es más que una reacción infantil con ningún sentido cristiano; sin embargo, revela una de las constantes del comportamiento de Domingo: tomarse muy en serio todo lo referido a la vivencia de la fe.
Con fecha del 5 de mayo de 1857 Don Juan Bautista Zucca, que tenía 29 años cuando conoció a Domingo y fue su primer párroco y maestro, escribe entre otras cosas:
En los primeros días que estuve en Murialdo veía frecuentemente a un chiquillo de unos cinco años que venía con su madre a rezar a la iglesia con un comportamiento verdaderamente excepcional.
Compartir en Facebook
No hay comentarios:
Publicar un comentario