Santo Domingo Savio (2)

2. El despertar de la fe



Se cuenta en la vida de Domingo Savio algunos hechos que reflejan su sencibilidad religiosa ya desde muy pequeño.

El siguiente hecho lo contaba Carlos, el padre de Domingo, y su hermana Teresa lo certificó:

Recuerdo haber oído contar a mi padre que, habiendo venido una persona un día a comer a nuestra casa y habiéndose sentado a la mesa sin hacer la señal de la cruz, Domingo cogió su plato y se marchó disgustado a comer en un rincón. Preguntado después por mi padre por qué lo había hecho, le respondió: porque aquel hombre no había hecho la señal de la cruz antes de comer. De este hecho mi padre tomaba pie para aconsejarme sobre la forma de educar a los hijos cuando yo fuese madre de familia.

Es sólo una anécdota que no tiene mayor importancia, e incluso bien mirado no es más que una reacción infantil con ningún sentido cristiano; sin embargo, revela una de las constantes del comportamiento de Domingo: tomarse muy en serio todo lo referido a la vivencia de la fe.

Con fecha del 5 de mayo de 1857 Don Juan Bautista Zucca, que tenía 29 años cuando conoció a Domingo y fue su primer párroco y maestro, escribe entre otras cosas:

En los primeros días que estuve en Murialdo veía frecuentemente a un chiquillo de unos cinco años que venía con su madre a rezar a la iglesia con un comportamiento verdaderamente excepcional.


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