Marcos 5. 21 - 42

Doce años es un punto importante en estos versículos, doce años había padecido derrames de sangre aquella mujer que se acercó a Jesús y le tocó su capa y doce años tenía la hija del jefe de la sinagoga llamado Jairo, quien recurrió a Jesús para pedir que su hija sanara.

En cuanto a la mujer, doce años de lo mismo, siempre la misma cosa, derrame tras derrame, doce años sin sanar, recurrir a tratamiento tras tratamiento y nada... simplemente nada. No cambiaba, todo seguía igual. Hay que recordar que esta mujer no sólo tenía esta enfermedad, sino que además y por si fuera poco, era considerada entre las personas que estaban sanas, como impura, de tal forma que, para que se entienda mejor, ella estaba como están hoy los que tienen influenza.

Qué pensar de todo esto que le pasaba, bien podía haber pensado... Para qué sigo buscando sanar si ya se que no podré; para qué ir atrás de Jesús, meterme entre toda esa gente; mejor no insisto; mejor no molesto al maestro.

¿Cuántas veces no nos hemos sentido de esta manera? - nunca voy a cambiar, siempre voy a ser el mismo, para que insisto no puedo cambiar, siempre he sido así para qué cambiar, mejor me quedo como estoy, para qué intentar cosas nuevas si ya intenté tantas y ninguna a funcionado y al final siempre me siento igual... con la esperanza perdida por haber intentado y haber fallado, con un vacío interior, con un nudo en la garganta a causa del llanto contenido ¡No puedo cambiar! ¡No puedo ser diferente!. ¿Cuántas veces hemos escuchado también a otras personas diciéndonos lo mismo? - Este tipo no va a cambiar nunca, para qué va a la iglesia si sigue siendo igual y nos desanimamos.

En cuanto a la niña de doce años de edad, quizá lo que podemos tomar en este momento es la actitud de Jairo, su padre.

¿Qué tantas cosas habrá hecho Jairo antes de recurrir a Jesús? si en la actualidad un padre al que se le enferma un hijo, mueve cielo, mar y tierra para verla sana. Todo esto sólo resalta la voluntad que un padre tiene para ver bien a su hijo. Y no sólo los padres, Jairo puede estar representado en tu vida en la persona de tus hermanos, de tus amigos, tus vecinos y tantas personas que oran por la niña que está mal (sólo ponle tu nombre), oran por la niña que también quiere sentirse bien, por la niña a la que todos consideran muerta y que a la vista de todos hacen parecer como aquella mujer con doce años de sufrir derrames.

No va a sanar, ya lleva doce años enferma, doce años buscando soluciones y nada, todo sigue igual. Para qué molestas más al maestro, tu hija ya está muerta, no puede revivir, no puedes cambiar eso, ya murió, déjala en paz y también deja en paz al maestro.

Pero ninguna de aquellas personas que hablaban conocía verdaderamente a Jesús, él no piensa en los doce años que llevaba enferma la mujer, sino en su fe y por medio de esta fe la hace feliz. Jesús tampoco hace caso a aquellas personas que aseguran que esa niña esta muerta y por medio de la fe de Jairo, le devuelve la vida a la niña.

Y tú... cuántos años llevas de enferma, cuántos años llevas de muerta, cuántos años más vas a esperar para sanar o revivir. Las únicas personas a las que Dios no sana, son las que no se admiten enfermas, son a las personas que se engañan diciendo que están sanas cuando en realidad se sienten tan mal.

Si tu te sientes como aquella mujer y crees que no puedes cambiar, que ya los has intentado tantas veces y no cambias, te invito a que te acerques de entre tanta gente que te juzga y toques el manto de Jesús, él sabe que lo necesitas y te ofrece no sólo su manto, sino su vida.

Si te sientes como aquella niña que aún siendo tan joven le ha sucedido tantas cosas y a la que todos creen muerta y que no puede revivir, recurre al Señor para que te dé vida en abundancia, te aseguro que hay muchos Jairos a tu alrededor que quieren verte bien.

Y si te siente como Jairo que fue en busca de Jesús para sanar a aquella persona que tanto amaba y te has estado topando con tantas personas en el camino que te dicen: deja al maestro en paz, ella ya está muerta, ella no va a cambiar, ella va a seguir siendo como es. ¡No los escuches!, ¡Escucha a Jesús que dice sin parar y sin cansarse a Jairo, a la niña y a la mujer que sufría derrames: NO TENGAS MIEDO, CREE SOLAMENTE!.

No sé a quién haya querido dirigir Dios este mensaje, pero tú si lo sabes.

De todas maneras, este Jairo que quiere escuchar solamente a Dios te invita al campamento de Renovación donde podrás acercarte directamente a Jesús y podrás tocar su manto.

Dios cree en ti y sabe que cosas grandes se pueden hacer contigo, no tengas miedo, sólo cree, SÓLO CREE.

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